Se la podría llamar una región en vertical.
Y no solamente en sentido físico,por las numerosas
cimas elevadas que la delimitan (entre todas se destaca
el monte Blanco, lamontaña más alta de
Europa, Valle d'Aosta con sus 4807 metros de altura),
sino por la sorprendenteconcentración, en una
región de dimensiones tan reducidas, de tantos
esplendoresaturales, monumentos y bienes históricos-artísticos
de gran valor.
Una
densidad queevoca, en cuanto a verticalidad, la abundancia
de rascacielos de una metrópolis donde elespacio
urbano horizontal es excepcional. Aosta, ciudad capital
y única provincia del Valle,es una ciudad rica
de historia. Son bien visibles los testimonios de la
antigua Augusta Pretoria(nombre latín de Aosta),
como el grande arco de Augusto (25 a.C.) y los restos
del teatroRomano. El Medioevo no fue para Aosta un período
oscuro: importante nudo de tránsitocomercial
con Francia y Suiza, la ciudad conoció un prolongado
período de prosperidad.No es una casualidad si
en el Medioevo se construyeron la catedral y la Colegiata
de San Orso, dosiglesias de gran belleza.
Otros
monumentos medievales se encuentran en la parte baja
de la ciudad:el castillo de Fénis y, cerca de
Saint-Vincent, sede de un famoso casino, el castillo
deIssogne, que con su insólita riqueza de frescos
y arquitecturas confirma la prosperidad deaquel tiempo.
Son grandiosos los escenarios naturales de la región:
de las cimas imponentesdel monte Blanco a la aspereza
fascinante del Cervino (4478 metros), del espectacular
monte Rosa(así llamado por el color que asumen
sus grandes glaciares en ciertos momentos especiales)al
Gran Paraíso, la otra montaña situada
al centro del homónimo gran parquenatural (más
de 200.000 hectáreas). De antigua tradición
y muy renombradosson los centros balnearios y las estaciones
de esquí de la Valle de Aosta: Courmayer yBreuil-Cervinia
son los más conocidos